Sobre la conveniencia de abrir debates...

Tras la muerte del ya tristemente célebre bebé Rayán, algunos sindicatos se aventuraron a denunciar que este fallecimiento podría tener alguna relación, algún vínculo, con el proceso privatizador en el que está inmersa la sanidad pública.

De manera inmediata, los tertulianos de los distintos espacios radiofónicos que aún no habían cerrado por vacaciones se apresuraron a indicarles que aquel no era el camino: que había un cadáver sobre la mesa y que estaba feo ponerse a debatir sobre si la externalización de la gestión de los hospitales degradaba o no nuestro sistema sanitario.

Es más, ni siquiera los informativos abordaron este último aspecto de la noticia: se limitaron a describirnos con todo lujo de detalles la truculenta muerte del neonato, a recopilar testimonios de la familia y poco más.

Paralelamente, han tenido lugar dos sucesos horrorosos y prácticamente idénticos: dos chicas menores de edad han sido violadas por dos grupos de chavales también menores. Este mediodía ya he podido comprobar cómo un informativo abría el debate de la ley del menor a bocajarro, repasando con imágenes ilustrativas los crímenes más recientes cometidos por adolescentes y calificando a esta ley como "polémica".

De golpe y porrazo, la ley del menor se convierte en motivo de controversia; la gestión de la sanidad, no. Las violaciones de estas dos chicas son poco menos que responsabilidad directa de los jueces y de los legisladores, que son unos blandos; la muerte de Rayán no es más que la consecuencia del "terrorífico error" de una desgraciada. Y punto. El que diga algo más se convierte en un personaje siniestro.

Esto es lo que se conoce como doble rasero, ¿no?